HISTORIA DE UN SOMBRERO

Estos son… los cuentos del sombrero.

 

 

Les voy a contar por qué estos cuentos se llaman “los cuentos del sombrero”

 

Cuando yo tenía 8 o 9 años, cerca de mi casa había una plaza, en la plaza había muchos árboles, uno de ellos, hermoso, enorme. Debajo de ese árbol, rodeado de gente, todos los domingos un señor con un sombrero, contaba cuentos… El primer domingo que lo escuché me fui corriendo a casa a contarles a mis papás los cuentos que había escuchado.

A partir de ese día todos los domingos iba a la plaza a escuchar al señor de los cuentos. 

Aunque yo era bastante tímido, un domingo esperé que se fuera toda la gente, me acerqué al señor, y le dije: 

-¿Cómo es que usted sabe tantos cuentos?

-No soy yo, es el sombrero quien los sabe.

-Mummm., ¿cómo, cómo que “el sombrero”?

-Munju, él duerme en el patio de mi casa, debajo de un árbol, allí donde llegan los pájaros y el viento, y son los pájaros y el viento los que recogen historias por los caminos y las guardan en mi sombrero.

-¡Ah! , -dije, yo, y me quedé con la boca abierta.

Entonces él señor me preguntó:

-Te gustaría tener un sombrero como este?

-Claro, claro que sí, -dije yo, y no sé por qué sentí muchísima vergüenza, me puse todo colorado y me fui corriendo.

Pasé toda la semana pensando si iba o no a la plaza: sentía vergüenza por haberme puesto colorado…. Pero las ganas de escuchar cuentos puedo más, y me fui a la plaza; claro, no me puse en las primeras filas -no quería que el señor me viera-, pero, como no escuchaba bien, de a poquito me fui acercando y, en un momento el señor me vió, me sonrió, levantó su mano para saludarme y a mí se me fue toda la vergurenza.

Dejé de ir a la plaza cuando terminé el liceo, porque me fui a estudiar a otro Estado; después me fui a estudiar y a trabajar a otro país. Estuve fuera de casa 25 años. Cuando regresé, no me di cuenta que era domingo sino hasta llegar cerca de la plaza. ¡Domingo!, me dije, ¿estará todavía aquel señor contando cuentos…? Aunque estaba seguro de que era casi imposible, igual me acerqué. ¿Y saben qué?, debajo del árbol, rodeado de gente, estaba el señor del sombrero contando cuentos. Su cabello ahora era blanco, su espalda no estaba tan erguida, pero tenía la misma luz en la mirada, la misma magia para contar los cuentos…  Llegué a escuchar los dos últimos. Esperé que se fuera toda la gente y me acerqué a saludarle. Él estaba agachado acomodando sus cosas y cuando levantó los ojos,  me dijo:

-Tu eres,  tu eres aquel muchachito que quería un sombrero como éste.

-Munju-, dije yo, muy emocionado al ver que aún me recordaba.

Poniendo el sombrero en mis manos, me dijo:

-Tomalo, es tuyo, siempre ha sido tuyo, en realidad, yo sólo te lo estaba cuidando.

-Qué voy a hacer con él? –dije yo.

-Ponlo en el patio, debajo de un árbol, allí donde llegan los pájaros y el viento con sus cuentos. -Y comenzó a irse…

-Espere, espere, usted no lo va a necesitar para contar sus cuentos?

Se detuvo. Regresó sobre sus pasos, me miró, y sonriendo dijo:

-¡Yo ya he contado muchos cuentos en esta plaza. Dentro de poco me voy a ir al cielo, a contarle cuentos a las estrellas…

Dejó el sombrero en mis manos, me abrazó, y se fue.

 

Yo llegué a mi casa y, sin saber qué hacer, guardé el sombrero.

 

Estuvo guardado casi un año. Cuando me enteré que el señor del sombrero se había ido a contarle cuentos a las estrellas, lo saqué, lo puse en el patio debajo de un árbol, allí donde llegan los pájaros y el viento. A la mañana siguiente, cuando me acerqué, del sombrero salían unos sonidos como de cotorra. Me acerqué un poco más y… ¡si, eran sonidos de cotorra! Era mi primer cuento. Si lo quieren escuchar, busquen uno que se llama “La moneda de oro”.

 

PD.1: 

Para descargar gratis el audiocuento, dale click al siguiente enlace:

https://soundcloud.com/omar-roberto-690363269/cuento-del-sombrero

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