LA MONEDA DE ORO
La cotorra margariteña no es completamente verde, tiene un círculo de plumas amarillas alrededor de los ojos. Cuando uno la ve de lejos, parecen monedas de oro. Eso fue lo que dijo un niño al verlas por primera vez: “abuela, parecen monedas de oro!”. Estas palabras se las llevó el viento, anduvieron por calles y caminos, y en pueblos y ciudades, otros niños y otras gentes fueron agregando palabras, palabras y palabras, hasta que el viento las trajo a mi sombrero convertidas en cuento; un cuento que se llama…
La moneda de oro
Un tarde de cielo azul, una cotorra margariteña salió a dar un paseo..
-Volando voy por el cielo azul…volando voy por el cielo azul…
De pronto un fuerte viento comenzó a soplar... el viento trajo nubes, oscuras,
densas… y a los pocos minutos un aguacero comenzó a caer.
-¡Lluvia!, un baño de lluvia alegre me doy, yo limpio mis alas con mucho
amor…
En eso, un relámpago y un trueno estallan muy cerca de la cotorra.
-¡Ay, ay, mejor será que regrese antes de morir aquí arriba, chamuscada
como un bombillo viejo.
Y voló, voló, voló lo más rápido que pudo pero igualito, llegó a su nido
toda mojada y tan cansada que, de inmediato, se durmió. Con las primeras luces
del día:
-¡Ay, ay, ay, ay ¡cuánto he dormido; cuánto he dormido!. ¡Ajj!, con
razón tengo tanto hambre y tanta sed.
Comió algo que había en el nido y bajó a tomar agua en la laguna; cuando
vio su imagen reflejada:
-¡Oh, qué horror, he perdido la moneda de oro de mi ojo derecho! Debo
recuperarla, así me veo muy rara, por no decir ¡horrible!
-Necesitas un detective –dijo un gavilán que estaba por ahí.
-¡Si, eso es, un detective!
-Los mejores detectives de toda Margarita son el ratón y el conejo.
-¿El ratón y el conejo? Acaso el ratón no es muy tímido, y el conejo muy
lento?
-Mumm, si, lo son, pero el ratón es muy rápido, y el conejo no es nada
tímido.
Dicho esto, el gavilán desplegó sus alas, y se fue. La cotorra se quedó
pensando por cuál de los dos decidirse.
-Mummm, el ratón es tímido pero es rápido; el conejo es lento, pero no
es tímido.
-¿Por qué no se lo pides a los dos?
-Eh, quién, quién habla?
-Yo.
-¿Y quien es yo?
-Aquí abajo, la hormiga...
-¡Ah!, hola hormiga, ¿qué dijiste?
-Dije que por qué no se lo pides a los dos.
-¡Ah, buena idea, buena idea!
La cotorra fue a buscar al ratón y al conejo. Les contó lo ocurrido, y ambos
le dijeron:
-No te preocupes, vamos a encontrar tu moneda de oro.
Y, ¡Fiiishi!, el ratón, el ratón salió soplado. Toing, toing toing, el
conejo salió, mucho más lento, en la misma dirección.
Al cabo de un rato…
-Este es el lugar donde la tormenta fue más fuerte, -dijo el ratón, mientras se paseaba por el
lugar con su cuaderno de notas. Estudió la inclinación de los árboles, las
hojas que habían caído al piso, y…, -el manglar”, la moneda debe estar en el
manglar, y ¡Fiiishiu!, otra vez salió
disparado hacia el manglar. Al llegar, lo primero que le llamó la atención fue
un cangrejo, un cangrejo que nervioso iba y venía de un lado a otro.
-Mummm, veo muy nervioso a ese cangrejo; y es extraño que a esta hora
esté fuera de su cueva. Le voy a preguntar por la moneda.
Iba a preguntarle pero, su timidez se lo impidió. Volvió a revisar su
cuaderno de notas y dijo:
-Es aquí, es aquí, y ese cangrejo sabe algo.
Salió decidido a preguntarle pero, otra vez su timidez se lo impidió. En
eso , toing, toing, toing, llegó el conejo, se acercó a una estrella de mar, le
explicó lo que le había ocurrido a la cotorra y:
-¿Una moneda de oro?, no, no cayó por aquí, de ser así la hubiese visto…
-y. ¡glup! se volvió a hundir.
-Se equivoca, se equivoca, -dijo el ratón- ¡esa moneda está aquí!
Y diciendo esto vio que el conejo iba en dirección de un hermoso
flamenco rosado. Vió cuando el conejo preguntó por la moneda, y vio cuando el
flamenco movía negativamente su cabeza.
-No la han visto pero está aquí, estoy seguro.
En eso, el conejo ve al cangrejo, inmediatamente le explica lo ocurrido
y el cangrejo, sin dejarle terminar de hablar, dijo:
-Si, si, claro que la vi, y que se donde está: está bloqueando la
entrada de mi cueva. Ven, ven, te muestro el sitio, y me ayudas a quitarla, yo
solito no he podido.
El conejo fue hasta la cueva, recuperó la moneda, recibió un abrazo del
cangrejo, y se llevó todos los elogios de la cotorra que, feliz, remontó vuelo
diciendo:
-El conejo, el conejo es el mejor detective del mundo!
El ratón estaba de acuerdo, el conejo es muy buen detective pero, ¿acaso
él no había llegado primero y sospechado que el cangrejo sabía algo? ¿Qué
hubiera pasado si en vez de dejarse dominar por su timidez, hubiese hablado con
el cangrejo?
Fue entonces cuando se dijo:
-Nunca, nunca más mi timidez me impidiera resolver algún caso.
Pero, esto ya se lo había prometido muchas veces. Tenía que encontrar
una solución definitiva. Entones se le ocurrió ir a hablar con el conejo, y eso
hizo. Cuando le explicó lo ocurrido, el
conejo dijo:
-Por qué no trabajemos juntos, así, ni tu timidez, ni mi lentitud,
impedirán hacer un buen trabajo.
-¡Buena idea, buena idea, amigo mío! Claro, cuando se trate de hablar
con alguien, serás tu quien lo haga.
-De ninguna manera, si así lo hiciera no sería tu amigo.
-¿Entonces, cómo sería la cosa?
-En esos momentos me pondré detrás de tuyo y te diré “¡vamos ratón,
vamos, tu puedes, tu eres más fuerte que tu timidez!”
Y así lo hicieron. Desde entonces trabajaron juntos, y juntos
resolvieron muchos y muy difíciles casos. Uno de los más famosos…, el de la
desaparición de los Ñangaritos.
Si quieren saber qué son los Ñangaritos, o enterarse cómo resolvieron el
caso, busquen un cuento que se llama “Cuestión de equilibrio”.
Hermoso cuento, gracias
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